Si la tradición marca en estas fiestas la quema de objetos antiguos, la cercanía de la capital alicantina ha propiciado otras costumbres más depuradas. Al igual que en marzo, se construyen y se exponen monumentos que luego serán arrasados por el fuego en una simbología que da sentido a la fiesta con la destrucción de los sentimientos y vivencias viejas y con la llegada de nuevas esperanzas y deseos.
Las belleas son las reinas de estas fiestas alicantinas y pasean en alegres desfiles combinados con cabalgatas de carrozas y música por doquier. Las hogueras del Mercado, de La Cala y del Campo vuelven a dar con sus distritos la sensación plena de fiesta en variados sectores de la ciudad.
Hay que resaltar que desde hace unos años una concentración espontánea ha dado lugar a una celebración paralela. Si las hogueras oficiales se queman las noche del 24, una noche antes, miles de benidormenses se agrupan en las playas de Levante y Poniente para celebrar la Noche de San Juan con amuletos y simbología propia de la fiesta que se combina con los saltos tradicionales en el agua marina para recibir al prometedor verano.